Perdí mis versos,
que eran tus versos,
por la modernidad insatisfecha,
pero aún quedabas tú.
Eché a rodar cuesta abajo
mis principios y mi ética
por un trozo de poder corruptor y enajenante,
pero aún tú me sustentabas.
Por el balcón del alba
arrojé mis sueños
-creía no necesitarlos-
pero tú siempre estás en ellos.
Las rosas las creía espinas,
el terciopelo esparto,
el abrigo témpano de hielo,
pero tú siempre me vistes y perfumas.
Estaba al otro lado,
donde no debía,
con fe de agnóstico confeso,
pero caías tú sobre mi frente.
-lengua de fuego-
Ahora estoy aquí,
donde sí quiero,
y espero quedarme
contigo para siempre
-trozo de tierra-
Tags: Andres Doncel Villegas